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PUÑETERO MONAGUILLO


 Dª. Carmen, la desconsolada viuda de D. José, había presentado la documentación para que le reconocieran su derecho a la pensión de viudedad. Como pasaban los meses sin que le abonaran su pensión, acudió a la oficina correspondiente a interesarse por lo suyo. 
-Lo siento Dª. Carmen –le dijo el funcionario– su pensión ha sido DENEGADA.
La buena mujer, aturdida, preguntó si faltaba algún documento más.
-No es ése el caso –replicó el funcionario–. Lo que sucede es que usted nunca estuvo casada con D. José y, por tanto, no le corresponde pensión alguna.
-¡Pero si estuve casada cuarenta años con mi Pepe y tengo dos hijos de él! –contestó la mujer– Además lo puede comprobar por el Acta de Celebración del Matrimonio.


-Ahí quería yo llegar –dijo el funcionario–. Fíjese, señora, que el acta está firmada por D.Inocencio Criado de la Casa y, por Manolín Panigua Dapena...
-Bueno... ¿Y qué? –replicó la buena de Dª Carmen.
-Pues que... ¿no se extrañó de que un documento tan importante lo firmara un tal “Manolín”? Esto nos infundió sospechas, así que hicimos algunas averiguaciones –dijo el funcionario.
-¿Y que han averiguado? –preguntó Dª. Carmen.
-Pues que el tal Manolín no figura en la relación de APICE.
-¿Y eso que es? –dijo la señora.
-Pues la Asociación de Pastores de la Iglesia Catolica Española –respondió el funcionario.
-¿Y que quiere decirme usted con eso? –insistió la señora.
-Pues que Manolín no pertenecía al clero, sino que era el Monaguillo de la Parroquia, Dependencia, Equipo ó Unidad.
-Ya, pero... D. Inocencio Criado de la Casa sí sería cura, ¿no?
-Pues tampoco –le contestó el funcionario– D. Inocencio era el Sacristán.
-¡Y a mí que me importa! –respondió enfadada Dª.Carmen.
-Pues que el Sacristán no tiene competencias para administrar el sagrado sacramento del matrimonio y el monaguillo menos aún. Tenía que haber firmado al acta matrimonial algún cura. Por tanto Ud. Jamás ha estado casada con D.José –concluyó el funcionario–.
  Dª. Carmen, que no podía dar crédito a lo que estaba oyendo, pidió una silla y un vaso de agua para intentar recuperarse del susto. Cuando lo hizo dijo:
-¡Oiga, si hasta Nemesio, el más garrulo de mi pueblo (ahora teniente de alcalde por el PP) puede casar a las parejas!
-Nemesio si puede, porque la Ley se lo permite, pero el Sacristán no, y el monaguillo tampoco.
  Dicho esto , el funcionario cogió el expediente de reconocimiento de pensión y extendió en el una diligencia en la que se decía “Archívese sin más trámite”. 
Y sin rubor alguno, le obligó a firmar dicha diligencia a Dª. Carmen, bajo amenaza de denunciarla por intento de fraude a la Seguridad Social.
  El caso de Dª.Carmen fue tan sonado que llegó a oídos de un periodista, quien lo publicó en un periódico de la capital. A los pocos días de salir la noticia ocurría lo siguiente:
Pepito, el hijo de Dª.Carmen, que iba a casarse con la mas rica del pueblo, fue echado a patadas de casa de sus futuros suegros, por hijoputa.
Carmina, la hija, abandonó el pueblo y se fué servir a Madrid, ya que no pudo aguantar las cuchufletas, pedorretas y risitas malévolas que le dedicaban sus paisanos.
La Agencia Tributaria, tan eficaz ella, le notificó a Carmen cuatro paralelas con sanción, por haberse acogido a tributación conjunta.
La Hacienda Autonómica, que no iba a ser menos, se quedó con todos sus bienes, pues aplicó a la herencia de D. José la tarifa correspondiente a personas sin vínculo de parentesco con el causahabiente, y además, sometió a tributación la parte de gananciales (que no lo eran) de Dª.Carmen.

******
Cuentan las crónicas que, a pesar de todo, Dª.Carmen apenas sufrió, pues desde su visita a la oficina de la Seguridad Social, había permanecido inconsciente en un Hospital de la Beneficencia.
Tan sólo recuperó la consciencia momentos antes de expirar y, parece ser que dijo algo así como... 

¡¡ Pu-ñe-te-ro-Mo-na-gui-llooo... !! 

Y tampoco pudieron enterrarla junto a su Pepe, porque el cura se opuso a esta unión pecaminosa.


P.D.: No hemos querido indagar sobre quién confesó a Dª.Carmen en su lecho de muerte, ni quien la ungió con los Santos Oleos, ni quién ofició su funeral. No nos gusta ser morbosos y confiemos que Dª.Carmen esté al lado de su Pepe, allá en el cielo.

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