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DRZ400. Los Balcanes Patarránicos (III)

Hola Patarranes y Patarranas.
Aquí sigo con esta aventura, por obra y gracia del Maestre Patarrán.
En la anterior crónica nos quedamos en el sexto día de moto...
¿Os acordais...? (Ver:  Los Balcanes Patarránicos (II) )
Pues ahi andábamos, con casi una semana a lomos de mi querida DRZ400
Y lo que queda todavía.

DRZ400. Trail Forever. Balcanes DÍA 7. SHKODER-ELBASAN. 290 kms

Día de transición, sin grandes expectativas.
El objetivo era "circunvalar" Tirana dirigiéndome al interior del país y después tomar rumbo sur con la intención de alcanzar Grecia en unos pocos días.
La salida de Shkoder fue sobre buen asfalto, hasta Perlat Qender, donde comenzaban las "otras" carreteras, pistas forestales donde la gente transita con turismos o furgonetas-autocar al ritmo que buenamente pueden.
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Y por si no lo había dicho, Albania es territorio Mercedes. En cualquier pueblo encontrabas tiendas que anuncian recambios para esta marca.
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En las ciudades abundaban los scooters chinos. Motos de offroad, muy escasas, la mía y pocas más me temo.
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Respecto a la ruta en sí, lo habitual en Albania: curvas y más curvas, y de un puerto de montaña a otro. En cada valle, un río, este cercano a Kurbnesh, enclave minero, con un color muy peculiar.
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Los collados y altiplanos, generalmente verdes. Daba pena bajar al llano

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En Muhurr vi una Honda Goldwing aparcada frentre a un bar solitario y vi la ocasión de echar un trago con alguien de mi gremio.
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Antes de pedir nada la dueña me obligó a sentarme en un sillón y apalabramos unas partidas de ajedrez.
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Luego apareció Iliriano (en el centro de la foto), transportista, y cayó una segunda ronda de Tiranas.
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La conversación, en italiano, delirante e hilarante. Con gente así tienes la sensación de que nunca viajas solo.
Volvió a repetirse el guión de muchas tardes: de nuevo en el camino con un punto extra de felicidad y con la pertinaz lluvia de verano que siempre aparecía para refrescarme y devolverme a la realidad. Por delante todavía quedaban muchos kilómetros hasta Elbasan cruzando algún puerto por las habituales pistas de la red secundaria.
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Por suerte la lluvia se fue a otra parte, y ya en seco y con las últimas luces del día bajé hasta el valle del río Shkubini.
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Al final ni siquiera llegué a Elbasan. Se hizo de noche y paré en el primer hotel de carreretera que se me puso a tiro. Una jornada distendida. Para compensar, al día siguiente volverían las emociones fuertes.

DRZ400. Trail Forever. Balcanes  DÍA 8. ELBASAN-POGRADEC. 140 kms

Esta podía haber sido perfectamente la etapa más corta del viaje, porque el motor se paró súbitamente al final de esos 140 kms, pero podía haber sucedido antes.
Inicié el día cambiando euros por leks en Librazhd. La estancia en Albania se estaba prolongando y era conveniente proveerse de más moneda local. Unos kilómetros más adelante crucé el Shkumbini y ya todo fue subir hacia las cumbres cercanas al Mali i Polisit y otros picos de nombre parecido. Un par de camiones bloqueaban deliberadamente el acceso nada más empezar la pista de tierra, pero no contaban con que una moto sí cabía entre los volquetes. Si más arriba estaban de obras o no me dejaban pasar, ya se vería. Enseguida el valle donde se ubican las aldeas de Hotolishit quedó muy abajo.
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El paisaje, precioso y solitario. La conducción, con los neumáticos repletos de barro, exigente.
Peleándome con la moto entre los surcos calé el motor y ya no quiso arrancar. Las luces funcionaban pero el motor de arranque no. Achaqué el problema al relé de dicho motor, ya me había sucedido una vez. Tal vez la lluvia y los charcos de los últimos días le habían afectado.Liberé la moto como pude y busqué una rampa para arrancarla a empujón. No le di mayor importancia: todo lo que debía hacer era evitar que el motor volviera a calarse en algún lugar "sin escapatoria". Así que seguí adelante.
Cerca de los 1700m de altura los bosques dejaron paso a las praderas. Había merecido la pena subir hasta allí, por si tenía alguna duda.
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En la foto se aprecia que la luz de cruce era más bien mortecina. El estátor estaba fundido y la batería se iba agotando, por eso no podía hacer girar el motor de arranque, pero yo aun lo ignoraba.
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Por supuesto yo conducía pensando en el origen de la avería, pero no podía concebir que pudiera tener la mala suerte de ir a fundir el estátor en parajes tan remotos, aquello no podía pasarme a mí. Unos kilómetros después me tomé un tiempo inspeccionanado la moto y me dio la impresión de que la luz delantera flojeaba, y la trasera... también. ¡Oh, no!
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Llegó el momento de bajar al valle, y el camino se puso feo. Transcurría por las profundidades de un bosque húmedo, entre surcos, charcos y maleza. Como no podía ser de otra manera, calé la moto estúpidamente al ir a superar un arbolito raquítico caído en medio del camino.
La adherencia era mínima, por no decir inexistente, y en el primer arreón que le metí no conseguí que la rueda trasera agarrara. Me quedaba terreno en bajada para un segundo intento, de lo contrario me quedaría atrapado en una U sin posibilidad de arrancar. ¡Y lo conseguí!
Ignoraba cuánto tiempo de vida le quedaba a la batería. El plan inmediato era llegar hasta el valle y salir a alguna carretera transitada donde al menos, si la moto se acababa parando, podría pedir auxilio. Si la batería aguantaba, el siguiente objetivo sería alcanzar Pogradec y allí solucionar la avería. Podía haber descendido algunos trechos con el motor apagado para economizar electricidad, sí, pero tenía miedo también de que la batería ya no resucitara. El descenso fue larguísmo y cometí al menos un par de errores en un par de cruces, pero finalmente alcancé la civilización. Antes, por poco no atropello a una tortuga. Pobres, luego vi unas cuantas aplastadas sobre el asfalto.

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Finalmente alcancé la orilla del lago Ohrid. En la foto inferior, al fondo se ve la orilla macedonia. Días después cumpliría el deseo de subir a aquellas cimas, pero de momento tenía la urgencia de llegar a Pogradec por aceptable carretera y una vez allí, con calma, resolver el problema eléctrico.
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Primero busqué alojamiento, y después inspeccioné la moto en párking del hotel.
Revisé todas las conexiones eléctricas susceptibles de ser las causantes del lío y las rocié bien con WD-40, el mismo ungüento que usaba para engrasar la cadena, pero no solucioné nada.
El recepcionista del hotel me habló de un mecánico de confianza que había trabajado en Grecia y me hizo un plano para encontrar su taller: SERVISH MOTORRASH ENDRI.
Por supuesto fui incapaz de encontrarlo, pero un ciclista me hizo el favor de conducirme entre callejuelas al susodicho taller. Justo cuando llegábamos la DRZ hizo prfpffoooof y murió petardeando a unos 25 metros del "Servish Motorrash"
Me tocó empujar un poco cuesta arriba, es cierto, pero me fue fiel hasta el final.
Allí estaba la moto de Endri, pero no él. Apareció su madre y le dio un telefonazo para que se presentara de inmediato para socorrer a un turista español. En italiano conseguimos aclararnos medianamente. Él decía que el origen del mal estaba en el regulador, pero yo insistía en que más bien era cosa del estátor.
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Sin problema: yo tenía un estátor de recambio, así que íbamos a salir de dudas muy pronto.
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En efecto, estaba frito. Puso la batería a cargar mientras hacíamos el cambio y en poco tiempo ya teníamos el motor cerrado.
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Podía haberme atrevido a hacer yo la reparación, pero preferí contar con la ayuda de un profesional. Bueno, algunos tornillos estuvieron a punto de perderse por la alcantarilla, porque parte del desmontaje lo hicimos en la acera, pero se notaba que la mía no era la primera moto que desmontaba Endri. Además, al día siguiente se reveló que algún fleco había quedado pendiente de arreglar....


DRZ400. Trail Forever. Balcanes  DÍA 9. POGRADEC-PERMET. 220 kms.


Para variar, durante la noche diluvió, y otra vez me tocó saltar de la cama para poner a cubierto la ropa extendida en el balcón. Vaya veranito.
La mañana apareció con brumas sobre el lago Ohrid, pero daba la impresión de que ya no habría más chubascos.
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Lo primero que hice fue ir a desayunar al burguer de Beni. Le conocí la noche anterior e insistió en que pasar a saludarle antes de irme de Pogradec. Su historia era la de un emprendedor sin fortuna.
¿Ves toda esa gente que pasea junto al lago? Pues solo hacen eso, pasear, no gastan su dinero, nadie consume en los bares. Cogí el traspaso de este burguer con mucha ilusión pero ahora veo que se ha convertido en una trampa ruinosa. Me la jugué y aposté buena parte de mis ahorros a favor de la 
selección de tu país en el partido España-Chile del mundial y ya sabes cómo acabó. Si conoces algún lugar para trabajar en tu país avísame, y si no, volveré a Grecia a buscarme la vida. En cualquier caso, aquí te apunto mi teléfono; si tienes alguna avería con la moto o te metes en algún lío en Albania, no dudes en llamarme, veremos qué se puede hacer.

Más tarde vi en su facebook que había trabajado en la mafia albanesa, este Beni era un cachondo.
Llegó el momento de marchar de la ciudad abriéndome paso entre callejas buscando las alturas.
No habría recorrido ni unos 5 kilómetros cuando paré a echar una última foto de la ciudad
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Y... a inspeccionar la tapa del motor de arranque que desmontamos la tarde anterior.
En efecto, la fuga que había detectado antes de salir del hotel era de aceite, no agua de los charcos o la lluvia. Regresé a Pogradec al taller de Endri para solucionar el asunto. Una vez más su madre se encargó de localizarle y una vez más iniciamos las operaciones en la calle junto a la alcantarilla. Todavía no sé cómo no perdimos unas cuentas arandelas por el sumidero.
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Al final resultó ser una tórica que estaba pellizcada. Endri buscó una junta parecida en la tienda de recambios de coche contigua a su taller y encontró una un pelín más gruesa, que con mucha paciencia consiguió encajar exitosamente. A día de hoy, no pierde ni gota. Una vez efectuada la reparación volví a salir de Pogradec por las mismas callejuelas dirección a las montañas.
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Donde volví a coincidir con los habituales compañeros de ruta. Esta gente sí que tiene mérito.
No era consciente de lo que había llovido por la noche. El terreno que me encontré estaba muy blando y resbaladizo, con charcos larguísimos, surcos bien profundos, y en general un barro de sorprendentes propiedades deslizantes. Era casi imposible avanzar en línea recta sin encontrarte al
borde del patinazo casi permanentemente.
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Aún así avancé unos 12 kilómetros en esas circunstancias con la esperanza de que el asunto mejorase, pero fue al revés. El track cada vez subía más y los resbalones se hicieron más y más frecuentes. El desgaste físico estaba siendo considerable y visto que las condiciones no mejoraban, tuve que tomar la decisión de volverme otra vez a Pogradec. Qué rabia, todo el esfuerzo había sido en balde.
Volví a la ciudad fundido, cubierto de barro y habiendo perdido un tiempo precioso. Era imprescindible visitar un "lavazh", o sea, uno de los innumerables lavaderos de coches que cualquier vecino se ha montado en el patio de su casa con ayuda de una karcher.
Volví a la ciudad fundido, cubierto de barro y habiendo perdido un tiempo precioso. Era imprescindible visitar un "lavazh", o sea, uno de los innumerables lavaderos de coches que cualquier vecino se ha montado en el patio de su casa con ayuda de una karcher.
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Cerveza de medio litro + lavado (y todos sabemos lo laborioso que es lavar bien una moto embarrada hasta las trancas) = 1 euro..
Encima te dan información geográfica detallada:
-¿Por esta carretera llegaré a Tepelene? ¿Es así de buena todo el tiempo?
-¿A esto le llamas una buena carretera?
-Si supieras dónde he pasado toda la mañana...
-Hombre, puedes llegar, pero se te hará de noche.
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Mi intención era bordear por asfalto la cordillera que se interponía entre Pogradec y Tepelene, no había más opción con las pistas encharcadas. Tenía unas pocas horas de sol todavía y podía tirar fuerte por carretera (unos 130 kms) para reanudar el track programado al día siguiente.

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En efecto, la carretera se volvió cada vez más tortuosa y descarnada y para colmo descubrí que tenía fundida la luz delantera. Suerte que en medio de la nada encuentras gente amiga y recuperas la moral.
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Como me auguraron no llegué a Tepelene. Por suerte encontré un hotelito en Permet cuando ya era prácticamente de noche y no veía ni jota. No habría podido seguir más allá. Vaya día más raro.

DRZ400. Trail Forever. Balcanes  DÍA 10. PERMET - KSAMIL. 180 kms

Mañana radiante en el valle donde se sitúa Permet, entre las montañas Trebeshinë-Dhëmbel.
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Así es Albania, una incesante sucesión de cadenas montañosas.
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Y allí enmedio estaba yo, camino de Tepelene primero y de Progonat después, donde ruinosos monumentos en honor a los caídos en guerras pasadas jalonaban el camino.
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En este algunas de las tumbas de los guerreros habían sido profanadas, el edificio anexo vandalizado y el recinto convertido en cuadra. Suerte tuve de que no me cayera encima alguna de aquellas balas gigantescas de hormigón, porque estaba todo que daba pena.
Este otro, en una encrucijada, aguantaba con más dignidad el paso del tiempo...
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...y marcaba el inicio del tramo más solitario y comprometido, camino de la rambla de Sushica. Todo lo que había ascendido durante la mañana lo descendí de golpe camino del valle que se ve a la derecha, hasta meterme de lleno en dicha rambla,
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Al final el paso estaba expedito, y el cañón se fue estrechando hasta una zona en que apareció un camino definido que discurría entrelazándose con un arroyo.
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Todo apuntaba a que finalmente saldría de allí.
Fuera miedos, llegaba el momento de divertirse.

Con la emoción me salí del track y no me di cuenta de ello hasta que me topé con la Taberna Balili en medio de la nada. Este letrero hizo que me centrara de nuevo en lo importante.
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Paré a echar un trago y allí estuve departiendo un rato con la mesonera y luego con las chavalas, que se encargaron de enseñarme la piscifactoría. Gente encantadora.
Unos kilómetros más en bajada y a lo lejos pude vislumbrar el mar Jónico.
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Fue llegar a Borshi Beach
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y disolverme nada más echar pie a tierra.
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En las últimas 72 horas había pasado por la fea avería del estátor, el frustrante día del barro en que no avancé nada, y hoy por fin salió el sol y triunfé en la rambla. Merecido relax. Este baño me supo a gloria.
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DRZ400. Trail Forever. Balcanes  DÍA 11. KSAMIL-PREVEZA. 200 kms.

Etapa básicamente asfáltica a lo largo de la costa griega, planeada para concederme un poco de relax tras tantos días en las montañas. Si no os apetece no leáis este insulso capítulo, lo pongo básicamente para que no pierda continuidad la historia.
Esta era la vista de la bahía de Ksamil desde mi alojamiento.
Rumbo sur hacia la frontera entre Albania y Grecia, había que superar el canal de Vivari.


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En la orilla norte, las ruinas griegas de Butrint estaban saturadas de turistas. Yo preferí echarle un vistazo a la fortaleza triangular de la orilla sur.
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Estaban de excavaciones, pero aún así me dejaron entrar y curiosear en solitario.
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Mirgan era el jefe de la cuadrilla. Él se reía de mí al verme con tanta ropa un día tan caluroso de verano sudando la gota gorda, y yo le respondía con buen humor que peor estaba él en aquel nicho cenagoso con las piernas metidas en bolsas de basura para no morirse de asco en el barro.
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A partir de allí y hasta la aduana en Qafe Bote, carreteras descuidadas típicas de las zonas prefronterizas. En la aduana griega, el protocolo habitual de aquel verano. Primero pasabas el control de documentos y a continuación el cara a cara con el agente especializado en detectar si llevas armas, drogas o contrabando, pero que siempre se resolvía sin inspección alguna y con diálogos como este:

-Español, ¿eh?
-Sí, jefe. (Seguro que me hace abrir la maleta, este tío me mira mal, y encima no llevo el carnet de conducir, esta vez me van a pillar.)
-Um......(segundos de tensión)....... ¿Barça o Madrid? 

-Juas, juas, juas (Qué alivio, sólo quiere hablar de fútbol).
-Vaya ridículo en el mundial de Brasil, ya os vale.
-Pues sí, es cierto, qué se le va a hacer.
-Casillas de pena, tenéis que hacer algo con él.


Y así fue más o menos en todas las aduanas. Vaya cachondeo.
Próxima parada, el puerto de Igoumenitsa. Ahora que empezaba a familiarizarme con el Albanés me cambian al alfabeto griego.
De todos modos volví hacia el norte unos kilómetros por la costa siguiendo un mango de sartén que hace el territorio griego dentro de Albania. Me apetecía fisgonear por aquella extraña zona, pero pronto me dejaron claro que los merodeadores no eran bienvenidos.
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Se trataba de una zona de playas solitarias donde no había más actividad que la de algunos pocos mariscadores.
Creo que con el ruido de la moto desperté sin querer a un par de guardias que dormían en un cuchitril, así que me largué a toda prisa antes de que reaccionaran y me preguntaran que hacía por allí.
En Igoumenitsa inicié rápidamente el proceso de inmersión en la cultura local.
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Cerveza Fix para acompañar la comida y un trago de Ouzo (licor anisado) para concluirla. Y mientras me entregaba a las libaciones, a ver pasar a las camareras de los chiringuitos de un lado a otro de la calle. Ya digo que este era un día de mucho relax.
Llevaba un par de días con el freno trasero desfallecido, ya no frenaba nada.
Nada más entrar en Igoumenitsa había localizado un concesionario Honda y pensé que podría agenciarme unas pastillas de CRF o XR pues yo achacaba el problema a una posible cristalización. Preguntando me informaron de que posiblemente no abrirían hasta las 6 de la tarde (!), y eran todavía las dos.
No estaba dispuesto a esperar tanto tiempo. Continuaría hacia el sur confiando en encontrar algún taller decente en el camino, y lo hallé unos 50 kms más tarde, en Parga.
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Nikas, el mecánico que me atendió al instante, supuso inicialmente que era un problema de falta de llíquido, pero enseguida vio que había nivel de sobras. Al final resultó ser una chorrada: el bulón que sujeta el calapié al chasis se había desplazado un poco hacia arriba y no dejaba que el pedal de freno hiciera todo su recorrido. Me hizo una chapucilla con un par de bridas y listo. Luego estuvo un rato enseñándome el taller y el gran stock de recambios que acumulaba. Creo que no podía haber ido a pedir ayuda en un sitio mejor.
Entre unas cosas y otras me olvidé de comentarle mi problema con la luz delantera: estaba fundida y el portalámparas solo admite la bombilla Suzuki original. Seguro que podía haberme hecho un apaño, pero no me acordé de decírselo. Al día siguiente lo iba a lamentar en un túnel larguísimo.
La jornada no dio mucho más de sí. Un par de baños en calas recónditas para recuperarme de los esfuerzos de días pasados y más carreterillas hasta cerca de Preveza donde encontré un hotelito tipo el de Psicosis, solitario, vacío y regentado por madre e hijo. Una vez superada la prueba de la ducha, descansé tranquilo y pude pensar en la etapa del día siguiente.


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To Be Continued...

La aventura completa... en los links siguientes

DRZ400. Trail Forever. Los Balcanes Patarránicos (I)
DRZ400. Trail Forever. Los Balcanes Patarránicos (II)
DRZ400. Trail Forever. Los Balcanes Patarránicos (III)
DRZ400. Trail Forever. Los Balcanes Patarránicos (IV)
DRZ400. Trail Forever. Los Balcanes Patarránicos (V)
DRZ400. Trail Forever. Los Balcanes Patarránicos. (VI)




3 comentarios :

  1. Dios q aventura...! El Maestro Macarron me tiene loco. Q envidia y q narices tiene el tio. Impresionante.

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  2. Por favor... maestre acabe ya. Que aventura.

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    Respuestas
    1. Pues... todavia quedan dos posts...! Veinticinco dias de aventura. Que envidia... ¿Ehe?

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