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Como parecer un experto en vinos... sin morir en el intento. Cuatro pasos esenciales

El vino está de moda.
Quien lo puede negar.
Y aparte de lo lúdico y social del asunto... es un gran negocio.
Pero -oigan- no somos profesionales.
Y tampoco queremos serlo.
Pero sí, entender un poquito. O por lo menos... aparentarlo.
¿No?
Pues aquí tienen ustedes los cuatro pasos esenciales para parecer un experto en vinos.
Son como un mantra que se repite una y otra vez, desde hace mucho ya, en toda suerte de películas, series, artículos y libros.
Pero...
¿Es necesario conocer estos cuatro pasos esenciales para parecer un experto en vinos?
Realmente, no.
Simplemente con disfrutar de un buen vino como El Altísimo nos dé a entender, es mas que suficiente.
Pero entonces... ¿Porque muy poca gente se resiste a no usar los cuatro pasos esenciales para parecer un experto en vinos?
Bueno, vamos a ver porqué.

Como parecer un experto en vinos... sin morir en el intento. Cuatro pasos esenciales

Como parecer un experto en vinos con cuatro pasos esenciales


Bueno.
Quién se decida por algo de postureo y quiera hacer el paripé que muchos hacen sin saberlo... Pues aquí tiene la explicación del como y el porqué.
Mejor saberlo, que fingirlo.
¿No creen ustedes?
Y a largo plazo, se disfrutará mas del asunto.
Eso seguro.


Como parecer un experto en vinos en cuatro pasos. Paso uno: Observación


Para muchas personas, que haya una botella de vino en la mesa no es más que otro acompañamiento de la comida. Un adorno necesario.
Pero, darnos unos segundos para contemplar el vino en la copa (siempre mejor que en vaso, oigan) es dejar pasar un posible placer, muchas veces menospreciado.
Existe una amplia gama de colores a contemplar.
Solo hay que buscar una superficie plana y preferiblemente de un blanco neutro (o un color claro y constante) con una iluminación lo mas natural posible.
Tampoco hay que ser fundamentalistas, que no somos profesionales. Recordémoslo siempre.
Desde un salmón claro de rosados y claretes, hasta la picota intensa de los tintos, pasando por el amarillo pajizo, casi transparente de un blanco del año.
Todo el abanico posible de colores nos dará una idea previa y pistas acerca del vino que vamos a degustar.
Podremos valorar bondades en función de color, variedad, año y tipo de vinificación... o descubrir posibles defectos de antemano.
Por ejemplo, si hay tonos ocres en un vino tinto mas o menos joven... malo.
Demasiada oxidación y envejecimiento prematuro. Por una u otra causa, es muy posible que ese vino ya no este en condiciones óptimas.
Pero todo ello, siempre con modestia, pues nos podemos llevar sorpresas.
También podemos valorar si es brillante o no, si tiene mucha capa o cantidad de color, si su lagrima (el alcohol que resbala por el cristal) es elegante o si tiene poca... En fin, un no parar.

Como parecer un experto en vinos en cuatro pasos. Paso dos. Agitación.


Se estima que un vino contiene desde una veintena de componentes olorosos.
Algunos, como los "vinos finos" llegan a los 200. Una cifra respetable, que convierte a estos maravillosos caldos en algo  muy complejo.
(Dicen los empresarios de la zona, que "el mundo del Jerez" da para una enciclopedia entera, por si solo. Y yo creo que no andan muy desencaminados).
En definitiva, el vino contiene sustancias muy volátiles, que necesitan "aire y movimiento" para que los podamos detectar.
Simplemente dándole unas vueltecitas a la copa -con moderación- antes de meter la nariz, ya será suficiente.
Con ello se expone más superficie del vino al oxígeno y esto hace que se liberen todas sus esencias.
Como se dice en el argot, "abrimos el vino" para que se exprese por completo.
No es postureo (que también)
Sino una intencionalidad, para percibir los diferentes matices del olor del vino.
Muy importante en vinos jóvenes.
Un movimiento de muñeca controlado será mas que suficiente.
Pero con cuidado, no sea que enviemos a la lavadora las vestimentas de nuestros compañeros de mesa. Aconsejable practicar antes.

Como parecer un experto en vinos en cuatro pasos. Paso tres. Olfateado.


En la nariz (y no tanto en la boca) es donde "conocemos" a un vino.
Oler es aún mas más importante que degustar.
Hay cuatro sabores básicos y miles de olores.
No lo olviden ustedes: Prácticamente toda la complejidad de un vino es aromática.
De hecho lo que interpretamos como "sabores" no son mas que aromas que experimentamos "vía retronasal" cuando lo tenemos en la boca.
Y cuando "husmeamos" en el vino, lo que hacemos es indagar en todos los componentes olfativos del mismo.
Y eso lo hacemos a través del epitelio.
Un órgano olfativo del tamaño de una almendra, que es capaz de detectar una enorme variedad de olores.
Un órgano "profundo" que está directamente conectado con las partes del cerebro responsables de las respuestas emocionales y la memoria.
Si.
Podemos decir sin ningún género de dudas que un vino... "nos puede hacer llorar de alegría"
Casi nada... ¿ehe?
Ojo.
Sólo el 10% del aire que inhalamos pasa por el epitelio.
Es imprescindible hacer un olfateo prácticamente introduciendo la nariz en la copa.
Si no lo hacemos así, perdemos muchas "sutilezas" de un buen vino.
Como referencia para empezar, simplemente saber que hay tres tipos de aromas a descubrir.
Primarios: Precedentes de la variedad de uva y "del terruño" donde se ha criado.
Secundarios: Los que proporcionan las fermentaciones (pues suele haber varias)
Terciarios: El "bouquet". Nos los dá la crianza, el roble (si lo hay) y también el reposo en botella, por supuesto. Pues es ahí donde se va oxidando lentamente.

Como parecer un experto en vinos en cuatro pasos. Paso cuatro. Degustación.


El último paso.
El mas difícil: tener el vino en la boca... y no tragarlo.
Los aromas del vino se notan aún más cuando están expuestos a una fuente de calor como nuestra boca.
Entonces se liberan más sustancias.
Además, hacer el contacto con encías, lengua y paladar nos dá mas información, a través de nuestro sentido del tacto,  acerca de su textura. De su "acabado".
Con un pequeño sorbo paladeado unos segundos, suficiente.
Tampoco hace falta enjuagarse la boca como si aquello fuese un colutorio. Un pequeño movimiento con lengua y carrillos... suficiente.
Simplemente apreciar su sabor y valorarlo.
Enseguida sabremos si la cosa "le va" a los condumios.
O no.
Pues aquí lo importante, lo fundamental tras toda esta "liturgia" es nuestra opinión personal.
Y -sobre todo- que nos guste lo que nos estamos metiendo entre pecho y espalda.

Y a disfrutar, que son dos días.



4 comentarios :

  1. Después de tu explicacion, ya no me parece tanta pedantería esto de los vinos. Moveré la copit y meteré mi nariz sin sentirme ridícula. Gracias!!!!

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  2. Hola, Patarrán
    Lo has explicado muy bien y con gracia, lo cual es de agradecer.
    De amotos no entiendo nada pero veo que tienes mucho y variado material por aquí.
    Saludos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas Gracias, Paloma...!
      ;-)
      Aquí tienes tu casa, ya sabes.
      Un abrazote.

      Eliminar

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