Comienza la Desescalada.

Leo en un periódico español que en España, con toda prudencia, comienza la desescalada.
Es... La vuelta progresiva a lo que denominan la nueva normalidad.
En otro diario, leo que Italia pagará billetes a los turistas que quieran ir pasada la pandemia.
Europa Press publicaba imágenes de las playas californianas atestadas de gente.
Y en China un nuevo rebrote obligará a cerrar ciudades, seguramente.
Además, me mandan unas fotos de GreenPeace de miles de mascarillas desechadas en un vertedero improvisado: el mar.

Pic Courtesy of Gary Stokes (Reuters)

Por otro lado reaparecen especies de animales en territorios que hasta hace dos meses ocupábamos de forma masiva. En cientos de vídeos que han corrido como la pólvora.

El cielo de Madrid y el de Pekin están limpios por primera vez en Siglos.
La Ciudad de México resulta amable y hasta habitable, dado el descenso masivo del tráfico de vehículos y personas.
El agujero en la capa de ozono se ha cerrado.
El teletrabajo ha cobrado protagonismo como instrumento decisivo para mantener la productividad, en aquellos sectores que lo han adoptado, y que de paso ha aumentado en torno a un 20 %.
Algo que de mantenerse y extenderse nos permitirá descentralizar ciudades, descongestionarlas, reducir costes y vivir donde mas a gusto nos sintamos.
Sin embargo, puede que otra vez invadamos todo.
Que salgamos arrasando, como termitas, y terminemos de destruir lo que quede en pié.
Empezando por nosotros mismos.
Porque eso es lo que estábamos haciendo.
Ni un millón de pandemias parece que nos harán ver en qué hemos convertido todo y que -mas que probablemente y visto lo visto- el estilo de vida que llevamos no es el correcto. Por decirlo suavemente.
Tampoco yo tengo la solución. Ojalá la tuviera.
Pero tengo claro que el modelo empresarial y los hábitos sociales, han de cambiar.
Debemos ceder individualismo... en favor de colectividad.
Quizá a lo peor, el sentido común, la solidaridad y el respeto nos llegue como el Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Ya saben... En forma d lenguas de fuego y -al final y a la fuerza- nos entre el juicio.
Y modifiquemos nuestros hábitos de conducta.
Quizá entonces esta pandemia (o la siguiente) nos habrá dejado algo bueno.
Y -solo entonces- seremos mejores con nuestro entorno, con nuestros semejantes y por ende, con nosotros mismos.
Y todo eso.

Yo le apuesto al cambio. ¿Y tú?

© Julio Paris