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Virgencita, Virgencita... Que me quede como estoy.

Mañana hace un mes.
No os voy a engañar.
Tenía preparadas sesudas disquisiciones, datos y elucubraciones varias al respecto.
Recogidas con paciencia y observación.
Con perplejidad a veces, con estupor otras, con indignación, algunas.
Pero ha pasado el tiempo.
Un mes ya desde el inicio del confinamiento.
Y se han mitigado aquellas disquisiciones.
Por la inmediatez del drama y la necesidad de hacer "lo que se pueda".
Lo que buenamente esté en nuestra mano, puesto que la mitad de la población del globo está metida en su casa. Mas de 3mil millones. Que es una cifra, oigan.
Ha pasado el tiempo, si. Y durante este tiempo, pasamos de "la ironía" inicial... a la consternación.
Del "solo es una gripe" al "hartazgo" por el posible mamporreo político:
"Oye que nos cierran los colegios. Ya se están tirando los trastos a la cabeza. Y la casa sin barrer".
Y de ahí, a la perplejidad de contemplar un universo distópico tras el cristal de nuestras ventanas, mas propio de películas como Hijos de los Hombres.
Para después, vernos atenazados por el miedo, ante la evidencia de nuestra fragilidad.
A lo que nos espera, si las estanterías se vacían.
O a lo que vendrá después, pese a que se mantengan llenas.
Porque... se nos ha hecho evidente de nuevo, que la capa de ese "barniz" llamado civilización es una cosa muy-muy fina.
Y así, tras los memes, bromas e irresponsabilidades varias de sus inicios, hemos visto como la naturaleza recuperaba enseguida su espacio.
Como las aguas dejaban atrás su turbidez y como los cielos se tornaban limpios.
Y como gorriones, zorros, corzos y jabalís asomaban picos, morro y testuz.
En apenas quince días.
Y eso que hace poco, muchos reían de las ocurrencias de "una cría con Asperger".
Puesto que lo expuesto ahora por epidemiólogos y expertos, no dista mucho de lo mantenido por aquella, en su momento. Podríamos recordar a algunos "exégetas del capitalismo salvaje" que mantenían la imposibilidad de cierre de comercios y aeropuertos o paralizar industrias. Todos ellos callan ahora, ante lo que revela esta crisis sanitaria mundial: nuestro sistema, nuestra civilización, lleva mucho caminando sobre el filo de una navaja. Y se detiene con facilidad. Solo hay que proponérselo.


Hemos visto como timadores profesionales e influencers descerebrados (o las dos cosas) difundían bulos a diestro y siniestro. Y... algunos les creían a pies juntillas.
Hemos sido testigos -también- de líderes mesiánicos, que cambian de parecer en escasas horas.
Otros que, sin embargo, prefieren el mitin fácil y la consigna política.
Y otros que, a la mínima, se enrrollan en la bandera, sea regional o nacional.
Un buen espectáculo de nuestras miserias como especie.
Porque puestos a demostrar refrendos, un buen reflejo de lo que somos -como sociedad- lo vemos cuando nuestro líderes acceden al cargo no por méritos o valía, sino por afiliación partidaria o supuesta amistad.
Es decir, que a tales cargos no llegan "sabiendo" ni "aprendidos".
Sino para demostrar su inquebrantable adhesión al "régimen" de turno. Faltaría mas.
Y claro, cuando vienen mal dadas, pasa lo que pasa: El bochorno.
Pero si la cosa es gorda... sobreviene la tragedia.
Porque, abordar una amenaza de este calibre, bien sea desde perspectiva de género, identitaria o patriótica, sirve de poco.
Lo único que producen esas aproximaciones son... naúseas. Mal que les pese a los adheridos a las mismas.
Y... no. No valen las intenciones, por muy buenas que sean.
Hemos sido testigos desgraciadamente también, de la valía de algunos servicios esenciales.
De como son de necesarios algunos de ellos y porque no hay que escatimar en su dotación y preparación.
De como muchos de ellos se han jugado el tipo, especialmente en hospitales y centros de salud.
Sin prácticamente protección y "a pelo" al principio. Con algo mas, proveniente de las fuentes mas dispares, después. Y ahora ya, al parecer, con material suficiente para hacer frente con garantías a la pandemia. Tras un mes. Que se dice pronto.
Hemos pasado de tener la mejor sanidad del mundo a tener los mejores sanitarios del mundo.
Sin ambajes.
Semana tras agotadora semana, se la han jugado por el resto de sus congéneres, pese a la maledicencia de algunos, la incompetencia de otros y la estulticia mas de uno.
Me pregunto si con alguno de estos últimos, vale la pena el riesgo.
Porque si son de los que dejan mensajes como éste, en la puerta de la casa de uno de estos profesionales de la salud, no lo tengo muy claro.
Y también me pregunto si serán, estos últimos y pese a dejar "notas" como la que sigue, de los que salen a aplaudir todos los días. O son de los que bajan a comprar el pan a diario y de paso se dan una vuelta por el barrio. O las dos cosas, me temo.
En fin.

Viendo estas cosas y otras parecidas y dado el nivel de intoxicación informativa, algunos incluso hemos llegado a pensar que, efectivamente, íbamos a extinguirnos. Y que quizá a lo peor, nos lo merecíamos, después de todo.
Porque hace tiempo que nuestra sociedad es eso, un barniz muy fino.
Un funambulista haciendo equilibrios sobre el filo de una navaja.
Y los males que acechan a este "funámbulo" no es que sean nuevos, precisamente. Mas bien están disimulados, camuflados, debajo de ese barniz de falsa prosperidad. Cortoplacismo, al fin y al cabo,
Además de que, desgraciadamente la perdición del hombre es el olvido. Para variar.
Nadie se acuerda ya del 11-S y la tercera guerra mundial (ni que decir tiene de la segunda)
Solo quedan los controles en aeropuertos y trenes, ya interiorizados en el subconsciente colectivo
Y tampoco recordamos, al parecer, la crisis surgida de las hipotecas subprime.
Al parecer, no aprendimos mucho de ella, pese a los evidentes paralelismos en el escenario y en las reacciones.
Mas si cabe, cuando se han llegado a exigir Eurobonos para afrontar la crisis financiera que ya esta aquí. Es decir, "envolver" en un producto financiero, toda la deuda europea. O sea mas o menos lo que hicieron Lehman Brothers y compañía y lo que llevo al sistema financiero mundial al desastre y también a las agónicas medidas de ajuste, en gran parte del mundo occidental (al otro, le daba igual, pues siempre estuvo en crisis).
Y de ahí, de esas medidas agónicas de ajuste a recortes en Sanidad y servicios básicos... un paso.
Somos unos cracks.
Porque, cabe preguntarse, a estas alturas, en que nos hemos gastado el dinero algunos. Y en que han ahorrado otros. Además de a donde han ido estos gastos y estos ahorros, que también. Es decir, como se ha gestionado ese gasto. No olvidemos que, gobernar es gastar y, como nos decía el mandarín WuYu "Adeudarse es una manera casi segura de hacer carrera en la política"
Cuanto menos, la evolución de la deuda Publica sobre PIB de Alemania, Holanda, Italia y España, en los últimos diez años, arroja alguna luz al respecto.
Quizá (quiero creer) dé que pensar que Italia y España parezca que estén empeñadas (o estemos, que vamos todos juntos en esto)  en sostenella y no enmendalla.
  

Pese a todo, no parece que sea tiempo de estar pidiendo responsabilidades.
Tiempo habrá, si eso.
O por lo menos, eso esperan muchos, dado el NO-DO continuo y la desfachatez que estamos percibiendo, desde una y otra acera. Por lo menos en los primeros compases del sainete que estamos observando. 
Sobre todo si se tira de hemeroteca (que dura es la vida, oigan) y si se hacen comparaciones, que son siempre odiosas. En especial no ya con el lejano Oriente, como China, Corea o Japón.
No.
No hace falta asegurar que China ha ganado la tercera guerra mundial. Si acaso la cuarta, pues la tercera acabó hace mucho. Y ya puestos, no hace falta ser un lince para evidenciar que hace tiempo que nos pasaron por encima, económica y socialmente. La humanidad se ha ido desplazando sucesivamente desde Tigris y Eúfrates primero, a Mediterráneo después, mas tarde hacia Atlántico y, recientemente... el Pacífico. Es lo que hay Señoras y Señores. No le demos mas vueltas: Estamos en la cola.
No. No hace falta irse al lejano Oriente ni tampoco a la fría Escandinavia, para hacer comparaciones esquivas. Solo hace falta (y mira que está a tiro) observar a nuestro vecino de la Piel de Toro. El muy cercano y también latino, Portugal.
Si. Esta última comparación resulta... demoledora.
Pues nuestros vecinos, controlan la epidemia mucho mejor que nosotros. A base -según parece- de previsiones sanitarias, planes de control a tiempo y -sobre todo- unión política frente a enemigos comunes.
Si. Habrá que preguntarse si todo esto es así. Y si lo es, seguirlos de cerca.
Para tomar nota en el futuro. Digo yo.
Pero... seamos serios.
No esta claro que tan evidente haya sido anticipar todo esto desde el principio. Si así lo fuere, sin duda algún empresario avezado y astuto (un "emprendedor") habría visto venir el percal y habría comprado, semanas o meses antes y por ejemplo, millones de mascarillas. Y las hubiera vendido con pingues beneficios, claro. Que para eso se asumía el riesgo.
Pues no. No se conocen muchos "emprendedores" de este tenor, que digamos.
Incluso nuestras mayores empresas se han puesto a fabricar y/o distribuir (loables iniciativas, que solo puedo alabar) cuando ya la cosa la teníamos encima.
Lo cual dá que pensar y arroja mas dudas todavía.
Resultando inquietante la cosa, cuando se empieza a hablar de los "centros de confinamiento" para portadores asíntomáticos.
Por aquello de las perdidas de libertades y nuestros derechos fundamentales y la deriva totalitaria.
Y todo eso.
En los próximos días veremos si esto se hace realidad, pese a las voces de alerta. No esta en nuestras manos, dicho sea de paso. Y si resulta necesario, deberá hacerse.
Y de lo del oscuro concepto Roussoniano del "interés general"... Mejor no hablar.
De loq eu si podemos hablar, lo que si esta en nuestras manos es exigir pactos y acuerdos.
Exigir responsabilidad. Sentido de Estado, carallo.
Y sobre todo DE-CEN-CIA.
Dejar de lados intereses espurios, ya sean económicos, identitarios, patrióticos o partidarios.
De ver gestos -de verdad- de las personas jurídicas, entidades que acumulan riquezas y posesiones de manera desmedida. Y también de personas "físicas" que alzan mucho la voz... pero predican poco con el ejemplo.
Porque, no nos equivoquemos, el corona virus esta aquí para quedarse. Por lo menos de momento
Y nos conviene, empezar a pensar en un mundo después del coronavirus. En que podemos esperar tras la apertura progresiva del confinamiento como bien nos describe Harari.
Pero sobre todo, que podemos esperar de nosotros mismos, uno a uno.
Es decir, que queremos, debemos o estamos dispuestos a hacer cuando nos devuelvan el mundo.
¿Vamos a ser capaces de reconocer que hay que controlar el consumo?
¿Que no podemos crecer "eternamente"...?
¿Que aquello de "crecimiento sostenible"... es un concepto hueco y vacío...?
¿Podremos asumir la necesidad de que los alimentos se produzcan localmente? ¿Con todo lo que ello conlleva...?
¿Estaremos dispuestos a pagar mas por todo?
Por nuestros alimentos, nuestros muebles, nuestra ropa... nuestros juguetes.
¿Comeremos sana y frugalmente...?
¿Viajaremos menos?
¿Bajaremos la calefacción...? ¿Subiremos el aire acondicionado...?
¿Montaremos menos en moto...? ¿Jugaremos menos a golf...?
¿Nos vestiremos sin ostentación...?
¿Iremos menos al fútbol...?
¿Veremos Netflix solo un par de horas por semana...?
¿Exigiremos a la banca que demuestre donde invierte...? ¿Querremos saber si nuestros ahorros son destinados a financiar la economía real...?
¿Estaremos dispuesto a obtener menos rentabilidad por ellos, en ese caso...?
¿O preferiremos que nos den el máximo de interés sin hacer preguntas a cambio...?
¿Exigiremos a nuestros dirigentes que rindan cuentas sobre la ejecución de sus presupuestos...?
¿O solo pediremos responsabilidades "políticas" cuando el dinero se esfume...?
¿Seremos capaces de exigir que nos e malgaste el dinero de los contribuyentes penalizándolo jurídicamente...?
¿O dejaremos la cosa tal y como está, porque el gasto público es casi la mitad del PIB del país...?
¿Seguiremos con la defensa a ultranza de nuestra sagrada libertad?
¿Seremos capaces de verdad de RECONOCER que no hay para todos?
¿Que no todo el planeta puede vivir como vive occidente?
¿Que hay que parar y dejar de esquilmarlo?


¿Que es necesario que cambiemos -en nuestro interior. y que aceptamos que el tipo de vida que llevábamos no era -por decirlo de un modo suave- la mejor vida para todos?
¿Que esto tiene un final y -de seguir así- está mas cerca de lo que creemos...?
¿Queremos sacar alguna enseñanza de esto...?
¿Queremos ser mejores?
¿QUEREMOS CAMBIAR...?
¿O por el contrario seguiremos con el mantra que resuena últimamente en la cabeza de muchos?
Porque este humilde juntaletras también lo piensa, no se vayan a creer ustedes.
Si. También me sorprendo a veces pensando lo mismo que ustedes:
"Virgencita, Virgencita... que me quede como estoy."
Que le vamos a hacer.
Pese a que hemos recorrido un largo camino y pese a diez mil años de historia, es posible que no hayamos cambiado mucho.
Pero no olvidemos que para Sócrates, el enemigo a batir era la escritura.
Hemos andado bastante, desde entonces.
Y nuestra mayor amenaza sigue siendo la de siempre. Nosotros mismos.
Por eso, quizá hoy mas que nunca tenga razón Ulrich Beck, como bien nos advertía en "La Sociedad del Riesgo": Toda civilización avanzada es expendedora de grandes bienes... y grandes males. Y cuanto mas avanzada es, mas riesgo corre en colapsarse.
Lo sucedido en Chernobyl nos debiera servir también de enseñanza. Estuvimos muy cerca.
Pero sobrevivimos. Pese a todo. Y sobre todo, gracias al sacrificio de algunos.
No están los tiempos para ser muy optimistas, que digamos.
Puesto que el genero humano no es algo que -visto lo visto- de lugar a mucha esperanza.
Pese a todo ello, todavía la hay. Mucha mas de la que parece.
La veo.
En los sanitarios que se están jugando el tipo voluntariamente.
En los policías que homenajean a los ancianos supervivientes haciendo sonar sus sirenas en el barrio, cuando llegan del hospital.
En esa enfermera voluntaria recién salida de la escuela que cuenta, temblorosa, como aquella viejecita en sus últimos momentos le cogió la mano y le dijo: "Tranquila hija, todo va a salir bien".
En nuestros científicos e investigadores, malpagados y a menudo denostados. Ahí están ahora, al pie del cañón. Sin fisuras.
En el personal que levanta un hospital de la nada. En días. A tres turnos y a destajo, sin parar. Y con alegría sincera, con ganas de ayudar. Sin quejas.
En el adolescente que saca a pasear al perro del abuelo.
En el joven voluntario que se ofrece a hacer la compra a los vecinos que no se atreven o no pueden salir a la calle.
En nuestros hijos, observando la entereza y la alegría con la que aceptan el confinamiento necesario.
Ellos representan lo mejor de nosotros mismos. De toda nuestra historia y nuestros genes.
Veo a mis hijos y veo a ese niño esperanzado que sale a la terraza a aplaudir.
Pese a todo lo expuesto, pese a todo lo dicho,la realidad es que la  humanidad nunca ha estado tan bien como ahora, en términos generales.
Es la pura verdad, aunque esto desagrade a personajes "sedientos de sangre".
Pero eso... no va a durar siempre.
Entonces...
¿Seguiremos mirándonos el ombligo en nuestro cortoplacismo hedonista...?
O...
¿Miraremos hacia el futuro con sinceridad...?
Quizá simplemente hemos olvidado  (los occidentales, quiero decir) que somos seres frágiles.
Mortales como el que más al fin y al cabo. Hemos estado "borrachos de opulencia" tras casi un siglo sin "crisis de verdad".
Amodorrados en nuestra abundancia. Olvidados de la fragilidad de la vida, decididos a vivirla como si no fuéramos a morir nunca.
Hay que asumir nuevas reglas, con la presunción de que este es un mundo hermoso y terrible a la vez y que debemos ser muy cautos. La vida es una cosa muy seria, oigan. Poruqe al final va acabar contigo. Siempre.
En fin.
Probablemente a nuestra generación nos espera, como a la de nuestros antepasados, una época de sangre sudor y lagrimas, en cuanto a recorte de libertades y presupuestos se refiere.
No va a ser un mundo igual. Y no debería serlo.
Como ya se ha visto, la civilización judeo cristiana, nosotros..."occidente", es terriblemente vulnerable. Por la evolución de sus derechos y libertades y su individualismo, básicamente.
Fíjate, que cosas.
Con de lo de ocurrentes, y elegantes que nos creíamos.
Pero soplan vientos de cambio y ya -muchos- se han dado cuenta de ello.
Se precisan pactos y acuerdos para salir de algo así.
No podemos salir solos como individuos.
Y no podemos salir solos, como nación (o nación de naciones, como prefieran).
En España en particular, en Europa y en el mundo en general.
Y hoy nuestro Presidente del gobierno, así lo ha expresado, al final de la rueda de prensa. 
Lo cual significa, efectivamente que se va a socializar la crisis del coronavirus. 
Para bien o para mal y como ya se hizo con la crisis ninja del 2008, es tiempo de pactos, de acuerdos y de remar todos en el mismo sentido.
No de darnos con el remo, unos a otros.
Por nuestro bien y por el de nuestros hijos.
Pero... No bajemos la guardia.
Y sobre todo, olvidemos el mantra.
Hagamos algo. Cambiemos. Nosotros mismos, los primeros.
Para empezar, esforzémosnos en tratarnos los unos a otros, mas amablemente, como nos decía Carl Sagan en su Pálido Punto Azul
Recordemos que esta es la única casa que tenemos.
No hay otro sitio a donde ir. Ni otro para compartir.
Ni lo va a haber, por lo menos de momento y en bastante tiempo.
No lo olvidemos.



4 comentarios :

  1. Que pasada d articulo me ha encantado Maestre.
    Bsss
    Andrea

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  2. Muy bueno y un poco triste pero real
    Susana
    Madrid

    ResponderEliminar
  3. Te has quedado bien agustito, Maestre.
    Yolanda.
    Toledo.

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